Vamos a estudiar un poco las ENZIMAS. ¿Qué son? y ¿Por qué son tan importantes?

Las Enzimas son aminoácidos (proteínas) que tienen una función clave. Son como una llave que permiten realizar una acción específica.

Algunos ejemplos de estas acciones:

Permiten trasformar glucosa en triglicéridos; remover desechos tóxicos de las células, generan nuevas neuronas, permiten la respiración celular, absorber todo tipo de nutrientes, sintetizar vitamina D.

En fin, podría hacer una lista interminable porque CADA ACCIÓN que acontece en nuestro organismo (incluso la salivación, la traspiración o la generación de una lágrima) es llevada a cabo por la ACCIÓN DE UNA ENZIMA.

Sin enzimas la vida no puede existir. Existen más de 4000 enzimas descubiertas hasta el momento (seguramente existen muchas más).

Ahora que sabés que las enzimas son clave te preguntarás. 

¿En dónde puedo conseguir estás maravillosas Enzimas?

Hay DOS fuentes principales de enzimas:

Una de ellas (y la más importante) es la ALIMENTACIÓN. 

¿Pero en qué alimentos?

Alimentos VIVOS. 

Hay un viejo dicho que dice: “No comas nada que no se pudra”.

Si un alimento no se pudre es porque NO POSEE ENZIMAS, es un alimento desvitalizado. Las enzimas nos dan la vida y también generan los procesos de putrefacción, que son procesos normales de la naturaleza.

Aquí me refiero a los “alimentos” industriales empaquetados u enlatados con conservantes, colorantes, espesantes, saborizantes y muchos más compuestos químicos que vuelven más sabroso el “alimento”, mejoran la textura del mismo y alargan la vida útil de ese “alimento” que irónicamente no alimenta. No solo no poseen enzimas, sino que nuestro organismo debe utilizar su reserva de enzimática para eliminar todos esos compuestos químicos indeseados y antinaturales. Las excepciones al viejo dicho son los alimentos conservados de manera natural como por ejemplo el chucrut casero.

Los alimentos VIVOS repletos de enzimas son:

  • Frutas y verduras de cultivo orgánico  
  • Alimentos fermentados como el kéfir de agua, la kombucha, el chucrut, vinagre artesanal, kimchi, agua enzimática (rejuvelac) , etc.
  • Brotes o cultivo de “pasto” de trigo (clorofila).
  • Alimentos deshidratados.
  • Alimentos CRUDOS.

Las enzimas de los alimentos son extremadamente sensibles al calor y a la oxidación (cuando el alimento entra en contacto con el oxígeno).

A los 54° centígrados la mayoría de las enzimas mueren. Ya todos sabemos que el agua hierve a los 100°C por eso cualquier tipo de sopa con verduras ya está totalmente privada del contenido enzimático.

Por eso de cocinar alimentos vivos hay que tratar de hacerlo a la menor temperatura posible. Estas técnicas de cocción pueden ser con una VAPORERA o un salteado breve.

Y para proteger las enzimas de la oxidación lo ideal es cortar frutas y verduras al momento de comerlas. El limón posee enzimas que interrumpen la oxidación por eso agregar unas gotas de limón a una ensalada es una buena forma de protegerla.

La otra fuente de enzimas es nuestro propio organismo. Nuestro cuerpo es extremadamente sabio y tiene la capacidad de generar muchas de las sustancias que necesita para la vida (puede generar enzimas, hormonas, ciertas vitaminas, puede sintetizar aminoácidos y ácidos grasos. PERO, y este es un pero clave. Solo puede hacerlo si nosotros le suministramos buena materia prima.

La materia prima son las enzimas que nosotros suministramos de los alimentos, luego nuestro organismo las sintetiza o las trasforma en otros tipos de enzimas. Pero llega un momento en que si nuestra alimentación es muy deficiente de enzimas nuestro organismo entra en una banca rota y muchas funciones metabólicas claves comenzarán a FALLAR.

Nuestro cuerpo hará malabarismos para mantener la homeostasis (equilibrio químico en nuestra sangre), y lo hace muy bien, durante mucho tiempo. Pero nuestro cuerpo tiene un límite, y siempre es mejor darle una mano y no forzarlo.

Una buena alimentación con ingesta de variados tipos de enzimas le da a nuestro organismo el respaldo ideal para que pueda cumplir con todas las funciones vitales.

Vitalidad y Enzimas van de la mano. Las enzimas otorgan gran poder de acción. Nuestra sangre goza de nutrientes, y de potencial de acción. El organismo está en plenitud y todo es más fácil. Es más fácil digerir alimentos (porque posee las enzimas necesarias), es más fácil memorizar y aprender, tener huesos fuertes, en fin, todas las funciones orgánicas serán realizadas con máxima eficacia.

Un alimento carente de enzimas exige a nuestro organismo que utilice sus enzimas para poder digerirlo, metabolizarlo y eliminarlo.

Lo ideal es que todos nuestros alimentos sean vivos, pero en el caso de consumir alimentos carentes de enzimas es clave acompañarlos con otros alimentos que si tengan enzimas, para que el desgaste de enzimas corporales sea menor o nulo.

En el canal de YouTube de Combinación Vital puede encontrar un video complementario donde hablo sobre la importancia de las enzimas y allí podrás ver una lista de alimentos y que enzimas poseen.

Por ejemplo: El mango posee la enzima amilasa necesaria para la digestión de los almidones. Hay alimentos con lipasas (generan la ruptura de las grasas), proteasas (ruptura de proteínas) y otros con amilasas. Y también hay alimentos que poseen varios tipos de enzimas. La idea no es memorizar todas las enzimas de cada uno de los alimentos, solo que entiendas que cada alimento vivo ya posee enzimas especificas con funciones específicas.

Las Coenzimas

Como su nombre lo dice son Co Enzimas. Complementarias para el buen funcionamiento de las enzimas, las activan. Estamos hablando principalmente de las Vitaminas y también los Minerales.

Las Vitaminas solo pueden ser utilizadas una vez, por eso es tan importante su consumo regular a través de una alimentación viva y no olvidar que también son muy sensibles al calor.

 El Elixir de la Vida

Exagerado o no me estoy refiriendo a combinaciones enzimáticas en la alimentación diaria.

Ejemplo: Germinados + Fermentados

Consumir regularmente alimentos de alto contenido enzimático con alimentos fermentados repletos de probióticos son una caricia para nuestra microbiota.

La influencia benéfica de una flora intestinal saludable sobre el sistema inmunológico es innegable.